Nos rodean personas con graves problemas psicológicos y algunos otros bastantes pasados de rosca sin que apenas seamos capaces de darnos cuenta de su presencia. Están en todos lados, camuflados entre gente normal, con una sonrisa en la cara y un puñal el el bolsillo trasero de sus vaqueros, y me da que al ritmo que sigue la vida cada vez habrán mas paranoides, esquizofrénicos, bipolares y demás chalados del mundo. Que no digo que no tengan derecho a vivir, ni mucho menos, pero lo peligroso es que no están tratados y nisiquiera ellos mismos son capaces de saber lo que serían capaces de hacer, pero a mi no me engañan.
Los veo, veo a través de su máscara de normalidad y percibo sus miedos y sus sensaciones.
En el trabajo tenemos uno de ellos, no de los peligrosos, mas bien de los que intentas por todos los medios alejarte lo mas posible sin entender por qué.
Me sería dificil definirlo, es como un adulto prepotente, pedante y palurdo, capaz de memorizar todo, pero con una mente infantil, ideales inexistentes y una capacidad de empatia propia de un pingüino que hace que su manera de relacionarse con el mundo sea francamente caótica.
Tiene un nosequé que hace que su simple presencia me incomode y me dé repelús, y ya lo siento, que el muchacho suficiente tiene con ser lo raro, rarísimo que es y lo marginado que se encuentra. Algo bueno tenía que tener ser como es, y es que el mismo no se da cuenta de todo ello, vive en su burbuja de superioridad, creyendose por encima de todos y mirándonos por encima del hombro.
Yo sigo pensando que un día vendrá a trabajar, se le cruzarán los cables y matará a alguien, y siendo un poco egoista, solo espero no ser la victima.
miércoles, 21 de abril de 2010
El majara
Etiquetas: trabajo
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