domingo, 25 de diciembre de 2011

Feliz navidad

Viste un traje gris, un abrigo oscuro y una bufanda roja.
El cierzo que comenzó a azotar la ciudad esta mañana y las prisas propias de esas fechas lo hacen caminar rápidamente, casi sin fijar la vista al frente.
Levanta la mirada tan solo un segundo y lo ve a lo lejos, acercándose rápidamente.

Su pelo es cano; viste un desgastado abrigo marrón y una mirada triste por bufanda.

Mira su reloj, sabe que llega tarde y no puede entretenerse, así que alza la voz mientras se aproxima a paso rápido.

- Que locura de fechas, ¿verdad? todo el día corriendo de un lado para otro.
- Si la verdad es que si...
- Bueno y la familia qué tal, supongo que todos bien
- Pues el pequeño murió este verano en un accidente de tráfico, son unas fechas tristes para nosotros, pero no nos queda mas que intentar olvidar.
- ¡Pues me alegro mucho!, ¡Feliz Navidad y recuerdos para los chicos!



Quiero pensar que el señor del traje tenía un problema auditivo, pero me temo que no era así. Al final las apariencias son lo importante, el saber quedar bien y decir las palabras adecuadas en el momento adecuado. Sólo hay un problema, que hablamos y hablamos y muchas veces nos olvidamos de escuchar.

La navidad trae de todo, trae esperanza, alegría y felicidad para aquel que tiene la suerte de poder creer en que una simple fecha tiene el poder de cambiarlo todo, pero también trae tristeza, y trae dolor, mentiras y falsedad, pero envuelto muchas veces entre papeles de colores.

Desde pequeña no tuve la suerte de poder creer que la navidad puede hacerlo todo posible.
Cuando mi hermana pequeña y yo mirábamos los catálogos de juguetes lo hacíamos únicamente para soñar con aquello que sabíamos que jamás podríamos tener. La frase "cariño, no tenemos dinero" se interiorizó tanto, tantísimo dentro de mi desde muy pequeña que jamás fui capaz de pedir nada, ni soy capaz de hacerlo ahora.

Un año, el primer día de colegio tras las vacaciones de navidad mis compañeras hablaban sobre todo lo que les había traido papa noel y los reyes magos. En esos momentos yo simplemente intentaba desaparecer para evitar ninguna pregunta, mientras pensaba lo bonito e infantil que me parecía poder creer en algo así

Y la pregunta llegó.
- Y a tí, ¿qué te han traido?
- A mi no me han traido nada, pero mis padres me han regalado un paquete de folios de colores y un ovillo de lana - les respondí con la cabeza bien alta pero un rastro de tristeza en mi voz.