Es domingo por la mañana.
La música suena al otro lado del mundo, mientras se observa en el espejo.
Lleva quince minutos de pie delante de si misma, observando como nacen las lágrimas, como poco a poco se hinchan los párpados y el blanco de sus ojos se torna rojizo.
Llora en silencio, pensando que nadie debería llorar escondido, a solas y procurando no hacer ruido, y se pregunta por qué, por qué todo tiene que ser tan complicado y a la vez tan malditamente fácil, por qué no puede tomar de una vez por todas las riendas de su vida, y volver a ser niña si así lo desea, o aprender a ser adulta y dueña de su presente.
Otros cinco minutos.
La imagen devuelta por el espejo deja de tener sentido; no es capaz de reconocer la extraña de ojos oscuros y brillantes que se encuentra frente a ella. Mientras la observa llorar en silencio, su mirada ausente se cruza un instante con la suya, y el miedo y la desesperación que encuentra en su interior le hace retirar la mirada.
Cierra los ojos. Consigue bloquear los pensamientos que asaltan su mente.
En ese momento suena una canción.
No conoce quién canta, tampoco entiende qué es lo que dice, pero no lo necesita; sabe que esa canción está hecha para que suene en ese preciso instante, para ella, sólo para ella.
La conversación con aquella canción dura escasamente cuatro minutos.
Ella le replica que no puede hacerlo; jamás ha sido lo suficientemente valiente, teme al dolor, teme al futuro y se siente completamente suya, pero la canción le dice que lo haga, que abandone esa endiablada vida para siempre; que evite mirar atrás.
Pasan algunos segundos en silencio sin saber qué decirse, hasta que comienza a gritarle enfurecida que se limite a observar la mirada demacrada y angustiosa que le devuelve el espejo y lo haga; que contemple su cuerpo marchito, cubierto de heridas de amor y acabe con todo; que recuerde cada golpe, cada insulto, cada humillación, cada lágrima, que olvide su rostro, que olvide el pasado y se atreva a escribir un punto final a esa historia.
Con tranquilidad se lava la cara, se arregla el pelo y ensaya una sonrisa.
Está acostumbrada a olvidar.
El viento la despeina al abrir la ventana. La música continúa sonando; sigue susurrándole que lo haga.
Sube al alfeizar y permanece ahí unos instantes sujetándose a ambos lados de la ventana y sintiendo el aire en su rostro.
La canción está a punto de terminar, vuelve la mirada hacia el interior; cada rincón de la habitación le trae recuerdos.
Escucha abrirse la puerta de entrada; mira de nuevo al frente, nunca hubiera imaginado que ese viejo edificio fuera lo último que verían sus ojos.
Se cierra la puerta, y sin volver a mirar atrás, se arroja al vacío. La música desaparece.
Frente a la puerta de entrada, duda durante un fragmento de segundo.
La música sigue sonando cuando abre esa segunda puerta; cuando la cierra todo termina, la música cesa, los recuerdos se borran, el presente muere; la vida comienza.
Final de Febrero... dos meses han pasado desde el comienzo de año y apenas acumulo recuerdos del 2012 que valgan la pena. Necesito tiempo. 24 horas se me quedan cortas, aunque en realidad ni siquiera sé dónde las meto. Tal vez las pierda de camino a casa o estén guardadas en un trastero, pero no hay nada que hacer, también me falta tiempo para buscar esas horas perdidas. Que desastre...
ResponderEliminarEn fin... hoy para variar no voy a contar el final de mi sueño, o no directamente, que cada cual imagine que el verdadero es el que le parezca.
Por cierto, la foto es de un callejón de Valencia al que tengo claro que no sabría volver a llegar y al que no querría llegar una noche oscura.
Pues sí, el problema de las horas que se pierden lo tengo yo también. A mí a veces se me van dias y cuando son semanas me asusto. Y hablando de tiempos el relato los tiene pero en pequeño. Quince minutos frente a sí misma, una canción con la que conversa cuatro minutos, cinco minutos... El tiempo te afecta a tí y de rebote al personaje que vive más intensamente su más o menos media hora última de vida que nosotros este 2012. Me gusta esa poesía cruel que se desprende de tus relatos. Y no es que seas tú, es que la vida es más o menos así.
ResponderEliminarAl final me estoy aficionando a tus relatos de sueños. Un saludo, Neko.
ResponderEliminartampoco es que en esta vida haya mucho que recordar!? si no lo haces será porque estás ocupada, cuando dejes de estarlo volverán los recuerdos nítidamente...
ResponderEliminarMe faltan 10 años, te aseguro qué no los encuentro. No se como he llegado hasta aquí...
ResponderEliminarVolverás a controlar tu tiempo y tus pasos. Ni lo dudes.
Un abrazo
Parece que haya una "ligera" obsesión por cambiar de vida u olvidar lo vivido.
ResponderEliminarVida, solo hay una y no se puede cambiar, solo aceptarla o no, aunque eso no cambia el pasado, solo puede afectar al futuro... Pero solo podemos vivir el presente.
Claro que no sé yo si otros sitios de Valencia son más inseguros que ese callejón, visto lo visto la semana pasada y la afición que algunos tienen por correr sujetos a una porra...
ResponderEliminarEl relato, como siempre, intrigante. Atrapa (y más esta semana)...
Y del tiempo, el que nos abduce y pasa por nosotros como esa aspiradora de la foto, y no deja constancia, sin embargo, en nuestros días quizá haya sido siempre así, aunque quizá también pueda ser la pesadilla de nuestra época.
Ya lo decían los antiguos sabios: "Sé tú mismo". ¿No es similar a Be mine, aunque las palabras sean otras?
Si se arroja al vacío¿muchas salidas no le quedan, no?
ResponderEliminarno puedo dejar de lado el pasado ..
ResponderEliminarporque ella se clavo en el .
Vaya, que relato-sueño tan angustiante.
ResponderEliminarEl callejón no sé si es tenebroso, pero la composición que permite es buenísima.
Un beso.
El relato y la foto quedan perfectos uno con el otro, Neko. Me encanta y más, y el final tiene una fuerza y, desde mi punto de vista, toda la esperanza.
ResponderEliminarA veces nos falta tiempo, y lo buscamos, y va pasando a una velocidad... a mí me está pasando también este año. Quizá de pronto todo vuelva a su cauce y el tiempo vuelva a ser como debe ser. Seguro.
Muchos besos, preciosa.
Hola Neko....te dejé un regalín en mi blog...si quieres, tuyo es...sino, no importa....saludos!
ResponderEliminarEstamos a punto de empezar mayo, 4 meses han pasado ya de 2012. Yo también quiero dejar atrás muchas cosas y olvidar, hacer cosas nuevas. Lo que no tengo pensado hacer nunca es suicidarme, así seguro que no podré vivir de la manera que a mí me de la gana.
ResponderEliminarDe todas formas el relato está muy bien escrito, parece que esté escondida en algun lugar de esa habitación y esté observando todo lo que pasa, a escondidas, sin que me vean.
Te sigo