viernes, 2 de julio de 2010

Miedo

Salimos del restaurante japonés dispuestos a continuar con las vacaciones que tanto tiempo llevábamos esperando.

En un portal junto al restaurante se encontraba un chico de unos treinta años. Estaba llorando.
No soporto ver a la gente llorar, algo me ahoga por dentro cuando lo veo, siento la necesidad de acercarme y ofrecer mi apoyo, aunque luego en la realidad nunca lo haga ni sepa como comportarme.

Antes de que me diera tiempo a volverme hacía mis amigos dispuesta a comentarles si deberíamos acercarnos comprobé que el chico nos estaba siguiendo. Borré las palabras de mi mente y miré al frente con el único objetivo de cruzar el paso de cebra y alejarme de él.

El semáforo se puso rojo, y no me quedó mas que esperar. El chico nos abordó diciéndonos que se había quedado tirado en aquella ciudad, y si sabíamos donde podía encontrar trabajo o podíamos alojarle esa noche. Nos precipitamos en hacerle saber que no éramos de aquella ciudad y que por lo tanto no podíamos ayudarle, deseando quitárnoslo de encima.

Cuando pensábamos que nos habíamos librado de él, volvió a llamar nuestra atención. El brillo de sus ojos se había acentuado debido a las nuevas lágrimas que surcaban su cara. Esto me da mucha vergüenza, pero no tendréis algo para comer que podáis darme, nos dijo. Nos miramos los tres y con solo una mirada nos pusimos de acuerdo para acercarle la bolsa con comida sobrante del restaurante. El miró en su interior y preguntó qué era aquello. Cuando le dijimos que comida japonesa nos dijo que era celiaco y no podía comer aquello, y nos preguntó si podiamos darle algo de dinero o acompañarlo a una farmacia para comprar unas pastillas para poder comer lo que le dábamos.
Esta vez fui yo la que hable, le dije que lo sentía pero que no podíamos acompañarlo. Teníamos prisa.



Me parece horrible comprobar como el miedo es el que en muchas ocasiones guía nuestros pasos, el que no me permite ofrecer el beneficio de la duda a un desconocido, y me hace seguir adelante olvidando cualquier tipo de humanidad.

Debo reconocer que cuando le respondimos que vivíamos en otra ciudad lo único que pensaba era "aunque estuviéramos en mi propia ciudad no se me ocurriría llevarte a mi casa, pero agradezco el no tener que mentir", y que cuando le acercamos la comida me quedé incluso satisfecha, como si a mi misma me dijera "ya está, ya he hecho la buena obra del día, ahora podré dormir tranquila".

Mirando a ese chico, extremadamente delgado y con los dientes destrozados, no pude ver mas allá. Sabía que necesitaba ayuda de algún tipo, eso era obvio, pero el sentimiento de desconfianza y miedo me hicieron no querer saber nada mas. Me pregunto como de diferente hubiera sido todo si todo hubiera ocurrido con un chico de los que podemos denominar "normales".

La verdad es que miro atrás y no creo que ahora actuara de manera distinta aunque pudiera hacerlo, pero los remordimientos me pesan.

7 comentarios:

  1. si no te gusta tener miedo, no lo tengas y lucha contra ello, lo peor que puedes hacer es que el miedo se apodere de ti

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  2. Opino lo mismo que tú, pero te aseguro que es más fácil decirlo que hacerlo.

    Cuando te ves en una situación que te causa miedo lo único en lo que piensas es huir, terminar con esa situación lo mas rápidamente posible, y pocas veces te planteas enfrentarte a ella, que es lo qu deberíamos hacer.

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  3. se suele decir "no hay nada nuevo bajo el sol"... yo cada vez estoy más segura de que te encuentras a los "veinti" y a los "treinti" las mismas idioteces que a los "dieci".
    Lo curioso que tiene el Facebook es el simbolismo con la muerte. "te asesino de mis amigos y no te veo más", ojalá la vida fuera tan fácil y pudieras evitar tropezarte con las personas dándole a un botón.

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  4. Hola baylis, creo que este comentario iba en la entrada siguiente :)

    Creo entender ese tipo de postura, yo hacía lo mismo cuando era cria, pero ahora no se me ocurriría, quiero creer que el trascurso de los años me enseñan algo mas que a cabrearme con el mundo.

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  5. Sinceramente me ha encantado esta entrada, es verdad que a veces el miedo nos domina pero también nos protege, no quiero ponerme en lo peor pero es que no te puedes fiar de nadie, basta que seas bueno y que puedan ver una cierta debilidad para hacerte daño. Yo también me visto en situaciones parecidas y recuerdo una en especial en la que estaba yo solo fuera de mi pueblo, en la que vino un hombre pidiéndome comida. Justo 5 min antes había comprado algo para merendar y no me supo mal compartirlo con él.
    Me sabe mal por toda esa gente, pero no puedes solucionar todos los problemas de todo el mundo. Como ese hombre hay muchos.. y por estadística tiene que haber alguno que no sea de fiar.. Así que obra bien pero no te fíes de nadie.

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  6. Aún me pasan cosas parecidas. Es difícil vencer esas resistencias. Pero no convien atormentarse en exceso. Es mejor reconocerlo e intentar vencerlo poco a poco, con pequeños gestos. No olvidemos que el miedo y el instinto de supervivencia son parientes lejanos (quizá no tan lejanos).

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  7. Spike, lo que me duele de todo esto es saber que no soy distinta de todo aquello que juzgo, que veo en la tele y no comprendo, querría actuar de manera distinta pero la razón me dice que no puedo hacerlo sin salir perjudicada.

    Amando, eso quisiera, poder superarlo, poco a poco, de momento solo me queda pensar que tal vez un día sea yo la que me vea en una situación parecida, y justo sería que el resultado de mi súplica fuera el mismo que ofrecí

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