jueves, 17 de junio de 2010

¿Están sus padres en casa?

Hace algunos meses me despertaron de la siesta llamando al timbre de la puerta de casa.

Al abrir vi que se trataba de un comercial, al primer vistazo pude comprobar que venía a ofrecerme (otra vez) los servicios de jazztel. Su presentación fue así:

Buenos días, vengo a ofrecerles una oferta sobre su servicio de internet. ¿Están sus padres en casa?

Me quedé perpleja mirándole, no sabiendo si me estaba tomando el pelo o se había olvidado las gafas en casa. Cuando le dije que no estaban mis padres ni iban a estarlo porque no vivía con ellos el chaval se puso nervioso, por lo que deduzco que o bien dio por hecho que los jóvenes nos independizamos a partir de los treinta o definitivamente veía mal.

5 comentarios:

  1. Qué suerte. Justo lo contrario de lo que me pasó a mí con los chicos de Movistar

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  2. La verdad es que con 27 años que tenía me sorprendió la preguntita... pero n te creas, que los niños ya me llaman señora, y eso si es un claro indicativo de que uno se va haciendo mayor.

    Por cierto, he añadido tu blog como enlace, me gusta lo que escribes y cómo lo haces :)

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  3. No te contaré dónde se me quedan a mí los veintisiete años. Me casé con esa edad, y habría tenido mucha gracia, pero mucha, que un tipo (o una tipa) hubiera llamado a la puerta de mi casa y me hubiese preguntado si estaban mis papás. Claro que, si me lo preguntan ahora, estaría varios meses sin poder ponerme la camisa. Gracias por tus amables palabras; en este mundillo, vienen a ser casi como una paga extra

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  4. Supongo que para mi es mas fácil decirlo, pero la edad se lleva dentro, somos algo mas que etiquetas y números.

    Y de nada, simplemente sé lo que me gusta y lo que no, no quiero nada a cambio ni creo necesitarlo, y cuesta encontrar algo interesante en este mundillo.

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  5. Espero que me perdones, pero al ver a tan atractiva moza abrirme la puerta de su casa me puse muy nervioso, y la única reacción posible que conseguí arrancar a mi obnibulado cerebro fué vocalizar el punto 21-a subsección 13 del manual del buen vendedor de timos telefónicos, mi libro de cabecera.

    Espero que, la próxima vez, mis balbuceos ante tu soberana presencia sean mas inteligentes y te pueda arancar una cita para ir al cine, cenar langosta o tumbarnos en un maizal a repasar constelaciones.

    Quizás la próxima vez...

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