Domingo 25 de Septiembre del 2011; once de la noche.
Acabo de acostar a Zoe.
Hoy le he leido un cuento de los hermanos Grimm que adoraba cuando tenía cinco años, pero los tiempos parecen haber cambiado demasiado, y me escucha mientras se adormece arropada en su cama, esperando a que el sueño le venza o a que la historia termine al fin. No veo la chispa de emoción en su mirada que yo espero, ni siquiera curiosidad.
Al terminar, la pequeña me pregunta si mañana podrá ver la televisión antes de dormir, y con un puñal en el corazón le miento respondiendo que lo pensaré. Sus ansias de volar parecen crecer día a día, pero me cuesta abrir los ojos. Necesito tenerla a mi lado cada noche. Sus grandes ojos oscuros y sus pequeñas manitas es todo cuanto me queda.
Esta tarde me ha preguntado por qué su madre se fue; con tristeza me ha confesado que ha olvidado su voz, que tan sólo recuerda la imagen de una foto que todavía permanece en un cajón de mi dormitorio. Desapareció de su vida cuando tenía tres años, y solo ha tardado uno en desaparecer de su memoria. Solo espero que un día desaparezca completamente.
Lo intenté un día; borré cualquier rastro de su presencia pretendiendo olvidar que algún día existió, pero no fui capaz de romper aquella primera foto que me regaló una tarde, cuando ni ella ni yo eramos las mismas personas, cuando todavía no dedicaba cada noche a maldecir el día que la conocí.
Un día decidió irse.
Una noche decidió que no quería hacerlo sola.
Y se vistió con su vestido blanco.
Y la vistió con su vestido azul.
No dejó ninguna nota, pero sí sus zapatos en el alféizar.
Y saltó llevándola en sus brazos.
Ha pasado un año y esto es lo único que me queda, un recuerdo que quisiera ser capaz de olvidar.
Me sentaba en el sofá, frente a la televisión apagada, e imaginaba cómo sería mi vida si hubiera llegado cinco minutos antes, solo cinco minutos...; tras varias noches sin dormir decidí hacer lo imposible, devolverle la vida.
Lunes 26 de Septiembre del 2011; diez y media de la noche.
Tan solo queda una semana para su cumpleaños, y hoy me ha preguntado si podrá tener una tarta "de las de los novios" pero con un perrito en lo alto, y reprimiendo las lágrimas le he dicho que sí mientras le besaba en la frente.
Tendrás siempre todo cuanto desees.